domingo, 27 de octubre de 2013

Noches de música y ciencia: presentación sobre Kagel

A partir de 2012 tengo el honor de participar como científico invitado en  el ciclo  "Noches de música y ciencia"  del notable pianista Horacio LavanderaEste texto es un resumen de mi presentación de Mimetics (Metapiece) (Kagel, 1961) en uno de los conciertos del ciclo, que tuvo lugar el pasado 23 de octubre de 2013 en el Teatro San Martín, San Miguel de Tucumán. 




Metamúsica: una calculada indeterminación

La obra Metapiece (Mimetics) es de 1961, el mismo año en que el compositor Milton Babbit anunció que la música tiene que establecerse como “un conjunto de axiomas, definiciones y teoremas, cuyas demostraciones deben derivarse por medio de una lógica apropiada”. El contexto no podría ser más adecuado para la meta-pieza de Kagel, cuya partitura incluye una variedad de procedimientos sonoros que comprenden elementos aleatorios, repeticiones minuciosas y hasta obsesivas de breves fragmentos o rápidos ritmos mecánicos, con pequeñas alteraciones introducidas a voluntad del ejecutante.
En tal dirección opera la mímesis, que entiende la imitación como fin esencial del arte y se opone a diégesis, según la cual la obra configura un relato, con una gramática que le es propia. Metapiece (Mimetics) se mimetiza con la avant-garde musical de la época, cuyos principales exponentes eran, entre otros, Boulez, Berio o Stockhausen. Al decir de Kagel, ningún arte realista puede ser creado sin figuras musicales que permitan al oyente completar una arquitectura musical en su propia mente. La música puede ser absoluta in abstracto, pero necesita un lazo con la realidad y eso explica la necesidad de una mímica.
Por otra parte, la obra incluye un detallado y preciso catálogo de instrucciones que alcanzan, como alguna vez se ha dicho, un nivel de absurda especificidad, cuyo fin último consiste en provocar la indeterminación. En definitiva, la partitura se convierte en un arreglo cuidadoso de elementos que se eligen libremente; las trece páginas que la conforman se pueden tocar según diferentes ordenamientos, o incluso ser salteadas. En cada página se introduce uno de los sucesivos acordes, que se denotan mediante las letras A, B, ..., M y se organizan bajo una forma tipo “acordeón” (o, si se quiere: acorde-ón), que permite el plegado y desplegado, De este modo, en las etapas de la ejecución se ven de una vez distintos subconjuntos de páginas no necesariamente contiguas.
Además, la obra completa admite, imitando ahora las formas de lectura del texto bíblico, cuatro modos diferentes de interpretación: si se opta por su ejecución simultánea o alternada con otras obras el título debe reescribirse como Mimetics (Metapiece). Se da lugar así al concepto de meta-pieza, pues la función de lo indeterminado y la infinidad de posibilidades actúan en el nivel metamusical, vale decir: un lenguaje que se refiere a elementos del lenguaje primario. La pieza proporciona un sistema riguroso de reglas que persiguen un objetivo notable: producir lo impredecible. El número de posibles ejecuciones es, en consecuencia, infinito; la probabilidad de ocurrencia de cada ejecución particular es 0. Esto puede parecer extraño, pues precisamente las ocurrencias ocurren; sin embargo, por un postulado básico de la teoría de probabilidades cualquier distribución uniforme en un conjunto con infinitos eventos equiprobables debe otorgar medida nula a cada uno de ellos.
En esta presentación se exploran diversos aspectos matemáticos, en especial aquellos que conciernen al azar, la indeterminación y la aparente paradoja de contar con un conjunto bien determinado de leyes que la rigen. A continuación haremos un breve repaso de dichos aspectos.
Tradicionalmente se ha entendido a los fenómenos azarosos como aquellos que son casuales. Sin embargo, el estudio matemático del azar nos ha forzado a entenderlo casi siempre como una forma de causalidad, aunque del tipo más desconcertante: aquella en la que las causas son tan complejas que no podemos rastrearlas. En tal sentido suele mencionarse una célebre frase atribuida a menudo a Poincaré:
El azar es la medida de nuestra ignorancia.
Cabe aclarar que, en realidad, el francés expresaba una idea algo diferente, la de una causalidad probabilitaria: el azar no se debe a nuestra ignorancia sino, en última instancia, a la falta de sustento experimental que permita abarcar una gran multiplicidad de causas y efectos. La matemática ha logrado formular leyes capaces de medir el azar y sus efectos, pero siempre con la limitación previa de un espacio de eventos posibles establecido a priori. Por eso, desde el punto de vista estrictamente filosófico, la matemática no es capaz de dar cuenta del azar absoluto.
En este punto, la obra nos pone ante una pregunta crucial: ¿Se puede simular el azar? De acuerdo con la idea anterior el azar absoluto no debería poder estar sujeto a las reglas de un algoritmo, aunque hay algoritmos que imitan (por no decir que se mimetizan) comportamientos verdaderamente azarosos. Un ejemplo de esto es, como veremos en la charla, el desarrollo decimal de algunos números irracionales.
Por otra parte, la indeterminación puede pensarse en sus acepciones más básicas, a partir de aquellos problemas con un número infinito de soluciones, o de expresiones cuyas formas pueden modificarse de acuerdo a los distintos valores de sus variables. Además, la indeterminación remite también a una noción, más cercana a la incertidumbre, que pone una frontera concreta a lo que se puede conocer. Y ya que la música involucra al tiempo, vale la pena mencionar, finalmente, el concepto de caos, tal como se define en los sistemas dinámicos, que aparece en situaciones en los que una minúscula modificación en las condiciones iniciales puede provocar grandes variaciones en el comportamiento futuro.
El carácter de esta charla -de algún modo, impredecible- pretende dar cuenta de todos estos aspectos de forma accesible y amena. De esta forma se procura, entre otras cosas, evitar la necesidad de un meta-metalenguaje que explique lo ocurrido al nivel del metalenguaje... y así sucesivamente. 

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